miércoles, 11 de noviembre de 2015

El realismo

El realismo.
El Realismo fue un movimiento artístico y literario cuyo propósito fundamental consistió en la representación objetiva de la realidad, basándose en la observación de los aspectos cotidianos que brindaba la vida de la época. 
Esa exigencia de contemporaneidad, ajena a evocaciones o fantasías de corte romántico, posibilitaron a los artistas realistas un amplio campo de representación, tanto en la temática como en su intencionalidad. Precedido por el Romanticismo y seguido por el Simbolismo y por el Impresionismo, el Realismo no se reveló en Europa con igual intensidad ni tampoco de modo simultáneo. Su apogeo puede situarse entre 1840 y 1880, sin perjuicio de que en algunos países su práctica se prolongara durante el primer cuarto del siglo XX. 
La aparición y desarrollo del Realismo fue fruto de la agitada situación política que protagonizó Francia a raíz del derrocamiento de la monarquía burguesa de Luis Felipe y de la proclamación de la II República en 1848 y, veinte años más tarde, en 1871, tras el advenimiento de la Comuna, de la proclamación de la III República. Es a lo largo de esos años cuando surgen los movimientos obreros y proletarios que, avalados por las teorías de Marx y Engels, se inspiran en nuevos sentimientos sociales y en nuevas ideas políticas, cuya influencia también se dejaría sentir en el mundo artístico. 
El Realismo comenzaría, efectivamente, como un movimiento del proletariado artístico. La representación del pueblo sin idealismos, es decir, tal como era objetivamente, encerraba un cierto mensaje sociopolítico. Así lo ratificó Courbet, uno de los padres del Realismo, cuando en 1851 expresara sin ambages que "yo no soy sólo socialista, sino también demócrata y republicano partidario de la Revolución; en una palabra y sobre todo, un realista, es decir, un amigo sincero de la auténtica verdad". 
Esa veracidad del Realismo fue entonces duramente criticada, acusándole de recrearse en lo feo y en lo vulgar, en lo morboso e, incluso, en lo obsceno. Se quiso ver, ante todo y sobre todo, que la representación de, por ejemplo, campesinos, o sea, de trabajadores vulgares, comportaba una protesta y, en definitiva, un ataque a la sociedad existente. 

Balzac es considerado, junto con Stendhal, el padre del realismo literario, al que ambos autores dieron inicio en la década de 1830 con las novelas de la serie de La comedia humana el primero, y Rojo y negro y La cartuja de Parma el segundo. En la imagen una fotografía de Balzac de 1840.

En ese compromiso con lo social, el Realismo dio paso a temas que hasta entonces se habían ignorado, elevando a la categoría de protagonistas de sus obras a tipos humanos que nunca tuvieron el honor de ser representados. Campesinos, picapedreros, ferroviarios, lavanderas, mineros, etc., fueron fuente de inspiración para los creadores realistas. Unos protagonistas que figuraban tanto en los lienzos como en los relatos literarios y cuyo concurso se revelaba no como un simple complemento pintoresco, sino como figuras centrales. 
Bien es cierto que el compromiso social del Realismo no implicaba ninguna proclamación abierta y reivindicadora de mejoras sociales o de cambios políticos. Sin embargo, la decisión de reflejar ese tipo de realidades suponía un contundente testimonio e, incluso, un cierto compromiso. 
La contemporaneidad fue uno de los elementos esenciales del Realismo. Sus defensores sostenían que el único tema válido para el artista del momento era el mundo coetáneo. El propio Courbet manifestaría que "cada época debe tener sus artistas que la expresen y reproduzcan para el futuro". 
No extraña, pues, que el desarrollo del Realismo estuviera vinculado a la serie de avances tecnológicos surgidos en el marco de la entonces incipiente revolución industrial. Recuérdese que, en 1830, se inauguraría el primer tren de viajeros, recorriendo el trayecto Liverpool-Manchester a la velocidad de 22 km/h; que, diez años más tarde, París se convertiría en el nudo de una importante red ferroviaria; que, al mismo tiempo, la invención de la hélice y de los navíos de construcción metálica intensificarían la creación de líneas transatlánticas, y que, entre 1835 y 1855, tendría lugar la aparición y auge progresivo del telégrafo, el teléfono y el sello de correos, así como del periodismo ilustrado. 
Paralelamente a estos evidentes signos de progreso científico y tecnológico se produjo una toma de conciencia. A las grandes esperanzas que suscitaron esos avances se opuso la amenaza que su desarrollo creciente se cernía sobre la clase trabajadora. Por otra parte, durante esos mismos años se elaboraba la filosofía positivista, cuyo mentor,Augusto Compte, afrontaba la realidad directamente con las armas de la razón para someterla a sus leyes. También la pintura realista tendría en común con el positivismo su interés por la observación meticulosa. Y, por ende, el realismo estaría particularmente vinculado a la expansión y popularización de la fotografía, cuyo descubrimiento se ha revelado como el más importante dentro de la historia del arte de los últimos cinco siglos. 
Fue Joseph Nicephore Niepce (1765-1833) quien logró por vez primera fijar con procedimientos químicos una imagen obtenida a través de una cámara oscura. En 1786 logró la primera fotografía en negativo sobre papel, descubriendo en 1822 los fundamentos del fotograbado. Años más tarde, en 1829, firmaría un contrato con el pintor y negociante Luis Jacques Mandé Daguerre (1791-1851), al objeto de investigar conjuntamente. El fruto de esa colaboración no tardaría en llegar, descubriendo este último un procedimiento simplificado, apto para la explotación comercial, que permitía impresionar placas de metal mediante un baño de yodo y llevar a cabo la fijación con sal de mar y mercurio. François Aragó lograría que el Gobierno francés adquiriera el invento, bautizado como daguerrotipo, y el 19 de agosto de 1839 fue dado a conocer ante las Academias de Ciencias y Bellas Artes, consagrándose así oficialmente el nacimiento público de la fotografía. 
Casi simultáneamente a las experiencias de Niepce y de Daguerre se llevan a cabo los trabajos del matemático y filólogo Willian Henry Fox Talbot (1800-1877), quien en 1844 lograría fijar sobre papel pequeñas fotografías, posibilitando así la obtención de copias de una misma imagen. 
El descubrimiento de la fotografía, procedimiento capaz de reflejar la realidad de un modo más perfecto del que era capaz el artista, revolucionaría el mundo del arte. Llegó a decirse que "ya que la fotografía nos da todas las garantías deseables de exactitud, el arte es la fotografía". Por contra, Charles Baudelaire denunció "cómo la industria fotográfica era refugio de todos los pintores fracasados, demasiado poco dotados o perezosos en acabar sus estudios y cómo este entusiasmo universal llevaba no solamente el carácter de la ceguera y la imbecilidad, sino también el color de una venganza". El mismo Baudelaire aseguraría en el Salón de 1859 estar convencido de que, "al igual que todos los progresos puramente materiales, los progresos de la fotografía mal aplicados han contribuido mucho al empobrecimiento del genio artístico francés, ya tan escaso". 
Esta visión de Baudelaire no dejaba de ser un tanto parcial, dado que muchos pintores utilizaban la fotografía como medio auxiliar de trabajo o como fuente de inspiración. Realistas e impresionistas como CourbetManet y Degas se valieron de la fotografía para captar las apariencias de la realidad, al tiempo que numerosos fotógrafos se esforzaban para que sus retratos y composiciones se asemejaran lo más posible a lo propiamente pictórico. De ahí la aparatosidad de los retratos de Adolphe-Eugéne Disderi (1819-1900) o de Julia Margaret Cameron (1815-1879), con efectos de vaporosidad, o las complicadas composiciones de carácter moralizante debidas a Oscar Rejlander (1813-1875). 
Uno de los motivos esenciales del Realismo era ser de su tiempo. Para expresarlo se abría tanto el camino de plasmar los logros y aspiraciones de la época como el de abordar objetivamente aspectos relacionados con la vida y las costumbres del momento. Fue esta última opción la mayoritariamente elegida por los artistas, que les brindaba una riquísima variedad temática. Se fijaron, pues, en aquellos aspectos que les eran más cercanos y cotidianos: la vida de los trabajadores, el mundo rural y urbano, la mujer moderna, el ferrocarril, la industria, los cafés, teatros y parques de las ciudades, etc. 

Ilustración de Los papeles del club Pickwick, de Charles Dickens, obra inaugural del realismo literario inglés. En la imagen aparece el señor Pickwick dirigiendo su extravagante club.

Hasta la Revolución de 1848, que elevó la dignidad del trabajo y la grandeza del pueblo, los artistas no se sintieron incluidos a tratar la vida de los trabajadores como lo harían después. Al surgir "el héroe trabajador, el arte había de prestarles la atención que antes reservaba exclusivamente a los dioses y a los poderosos", en palabras de Jules Breton. Un trabajador mitificado, que no se identificaba exclusivamente con el obrero del industrialismo urbano, sino que también incluía al campesino, cuya pertenencia al todavía mayoritario sector de la población activa no impedía que su vida, sus hábitos y sus costumbres fueran contempladas y valoradas como una realidad social que declinaba. El arte realista dio, en efecto, una imagen positiva y, en cierto modo, enaltecedora de la vida rural, que se vio plasmada tanto a través de las concretas labores del campo como en las actitudes de sus protagonistas, abarcando desde el sentimentalismo hasta la realidad más objetiva. 
Los temas tratados por los autores realistas no sólo conformaban un compendio veraz de la vida cotidiana del trabajador, revelando las injusticias sociales que se daban, sino que también expresaban el heroísmo de sus protagonistas. Esta categoría de héroe fue adjudicada progresivamente a otros sectores de la población que irrumpían en la vida moderna y que suscitarían en Proudhon la petición de "que se pintase a los hombres en la sinceridad de su naturaleza y hábitos, en su trabajo, en el desempeño de sus deberes cívicos y domésticos, con su apariencia actual". 
La gama de esa suerte de héroes modernos resultó muy amplia y variada, ya que incluía a todos aquellos individuos que de una forma u otra encarnaban los principales valores de su tiempo y su cultura. Así, por ejemplo, se vio enaltecido el bombero, héroe urbano en su papel de salvador; el político y el filósofo, en su condición de mentores de la sociedad; el artista, el escritor y el científico, por sus aportaciones desde la intimidad de sus estudios o despachos; el médico, en razón de su inestimable servicio a la humanidad, etc. 
El Realismo tocó también temas relacionados con la vida familiar y la intimidad, debido al empuje de los valores domésticos de la clase media experimentado a mediados del siglo XIX, y que incluso alcanzó a reyes y poderosos al ser representados también en actitudes cotidianas y hogareñas. De otro lado, el realismo no obvió la búsqueda del antihéroe de la época, siendo uno de los más representados la figura de la amante o de la prostituta, personajes que también eran utilizados en la literatura realista. 
La desacralización de la sociedad tampoco pasó inadvertida para el Realismo. De aquí que temas tradicionales como la muerte fueran tratados en muy diversos aspectos -entierros, suicidios, asesinatos, etc.-, pero nunca con el dramatismo de antaño y siempre como un hecho visualizado, es decir, como una realidad más. Asimismo, las cuestiones religiosas fueron representadas sin otra pretensión que la de plasmar costumbres o manifestaciones populares por su interés sociológico o humanitario. 
Pero el Realismo no se circunscribió al ámbito estrictamente rural o urbano o al exclusivamente social o heroico. También trataría temas al aire libre, es decir, reuniones y meriendas campestres, escenas de playa y de hipódromo, etc., unas realidades vistas para la época de un modo absolutamente innovador. 
Por otra parte, la llegada de la revolución industrial y el desarrollo de los complejos urbanos dotarían de nuevas imágenes a la ciudad moderna, imágenes que la pintura realista no desaprovecharía, incorporándolas a su temática. Es el caso, por ejemplo, del ferrocarril y sus infraestructuras, ampliamente reflejadas a través de vagones, de andenes y estaciones, del hacinamiento y ajetreo de la gente, etc. 
A los ojos de muchos artistas y bien avanzado el siglo, la ciudad ya no era vista como un mal social, sino como un caudal inagotable de motivos pictóricos, por lo que centrarían su interés en la representación de tipos humanos, costumbres, fiestas y espectáculos propios de ese nuevo medio urbano, y ya desprovistos de compromiso social o político alguno. Es entonces cuando el Realismo introduce de modo fehaciente sensaciones de vitalidad, inmediatez, instantaneidad y nuevos encuadres, aproximándose así a la fotografía, características que serían especialmente desarrolladas por los futuros impresionistas. 
El Realismo fue un arte que podría calificarse como sin estilo; pero un arte ampliamente cultivado. No impregnó solamente los pinceles franceses de la Escuela de Barbizon, Courbet, Manet y el grupo de Batignolles, sino que se extendió a Inglaterra y ocupó a determinados prerrafaelitas. También hubo Realismo en AlemaniaItaliaEspaña e, incluso, en Rusia.


El modernismo

Arte Moderna.
El periodo que va desde la segunda guerra mundial hasta mediados de los años setenta del siglo XX es el más prolífico de toda la historia del arte. Durante esos años, multitud de tendencias y movimientos más o menos estructurados se fueron sucediendo vertiginosamente. La mayoría de esas manifestaciones artísticas tienen un carácter internacional, aunque en algunos se dan diferencias significativas de forma local.

La postura innovadora de los artistas de este periodo produjo una apertura de las delimitaciones o fronteras del ámbito artístico que condujo a la desaparición de los rasgos inherentes a lo propiamente artístico.
El arte moderno puso de manifiesto que la deformación de los objetos que se representaban no era involuntaria, sino deliberada, artística, buscada con el fin de satisfacer cierta concepción poética de las cosas.
El sacrificio de la razón, este irracionalismo es lo que el arte moderno ha hecho valer por encima de las normas tradicionales.
Se define por tanto al arte moderno como irracionalismo en su forma más amplia. No obstante, podemos decir que el irracionalismo es una condición necesaria del arte, y que está presente en todas las expresiones artísticas de la humanidad, por lo que no puede considerarse como algo característico peculiar del arte moderno.
Pero teniendo en cuenta que el arte moderno es el más artístico, el más puro como arte, “el arte por el arte”, se entiende en qué sentido la definición anterior es cierta; porque debe verse en el arte moderno el más puro, el más absoluto irracionalismo estético que ha conocido la humanidad.
Ninguno de los irracionalismos de los artes anteriores, de carácter místico, popular o tradicional lo era por completo ya que siempre estuvieron ligados a alguna forma de la significación, es decir, al entendimiento.
En el irracionalismo del arte moderno no hay sitio para ninguna clase de significación, se trata de un irracionalismo objetivista.
Esto significa que considera la irracionalidad como una propiedad esencial del objeto y no como un defecto interior de la conciencia. A esta concepción debe el arte moderno su carácter profundamente revolucionario e impopular.
De acuerdo con esta concepción, las representaciones de los místicos tanto como las de los locos adquieren validez objetiva, se refieren a la misma realidad que las representaciones de los laicos y de los cuerdos; en otras palabras, considera que la falta de significación, o sea la irracionalidad es una cualidad esencial y natural de la realidad que confronta a nuestro entendimiento.
Las primeras obras del arte moderno se corresponden a los movimientos romántico y realista. Más tarde, se empezó a jugar con la luz y el espacio, a través de la pintura y el color, lo que dió lugar al impresionismo posimpresionismo.
Unos años antes de la Primera Guerra Mundial, se desarrollaron los movimientos del cubismo, el fauvismo, elexpresionismo y el futurismo. Más tarde vino el surrealismo.
A partir de los años 50 y 60 fueron aàreciendo otras formas de expresión del arte moderno como el expresionismo abstracto, el pop-art y el minimalismo.

Koloman Moser

Fotografía de Koloman Moser (1905).
Koloman Moser (Kolo Moser) (Viena30 de marzo de 1868 - ibídem18 de octubre de 1918), fue un artista austriaco que ejerció considerable influencia en el arte gráfico de principios del siglo XX, además de ser unos de los más destacados artistas de la Secesión de Viena Asimismo fue cofundador de los Talleres de Viena1 conocidos como Wiener Werkstätte. A lo largo de su vida, Moser diseñó una amplia gama de trabajos artísticos: libros y gráficos desde estampillas a viñetas para revistas, moda, vitrales, porcelanas y cerámicas, vidrio soplado, vajilla, platería, joyería y mobiliario, entre otros. Estudió en la Academia de Viena y la Escuela de Artes Aplicadas (Kunstgewerbeschule) donde también dio clases a partir de 1899. Sus diseños para arquitectura, mobiliario, joyería, gráfica y tapicería ayudaron a caracterizar los trabajos de su era. Moser trajo las líneas límpias y los motivos repetidos del arte y la arquitectura grecorromano clásico en respuesta a la decadencia de tipo barroca do los alrededores de laViena de cambio de siglo.
Iglesia de San Leopoldo de Viena.
Entre 1901 y 1902 publicó un catálogo titulado “Die Quelle” (El origen) de elegantes diseños gráficos para cosas como tapicería, tejidos y empapelados.
En 1903 Moser, junto a su colega Joseff Hoffmann, se convirtió en fundador de la Wiener Werkstätte, cuyos estudios y artesanos produjeron variados artículos del hogar diseñados de manera estética y funcional, incluyendo cristalería, platería y textiles.
Venus in the Grotto (ca. 1915).
En 1904 diseñó el arco ábside de mosaicos y vitral para la Iglesia de San Leopoldo de Viena2 (Kirche am Steinhof). En 1905, junto al grupo de Gustav Klimt, se separó de la Secesión de Viena. El mismo año se casó con Editha (Ditha) Mautner von Markhof, la hija de uno de los dueños de una las grandes fortunas industriales de Austria. En 1907 Kolo Moser se retiró de los Talleres de Viena debido a conflictos internos con su administración.
En octubre de 2008 el correo austríaco emitió un sello postal en su homenaje coincidiendo con el 90° aniversario de su fallecimiento.

Neoclásico


EL ARTE NEO-CLÁSICO


El arte neoclásico llega motivado por la nueva atracción que despierta el mundo clásico, el interés surgido por la arqueología, las excavaciones de Herculano y Pompeya y el rechazo hacia las formas del barroco.
Características de la arquitectura neoclásica
  • Se inspira en los monumentos de la antigüedad grecorromana.
  • Concepto de belleza basado en la pureza de las líneas arquitectónicas, en la simetría y en las proporciones sujetas a las leyes de la medida y las matemáticas.
  • Reacciona contra los efectos decorativos del barroco y el rococó.
  • Gusto por la sencillez, con predominio de lo arquitectónico sobre lo decorativo.
  • Emplea elementos básicos de la arquitectura clásica: columnas, ordenes dórico y jónico, frontones, bóvedas, cúpulas, etc.
La irrupción del arte neoclásico en España provine del exterior más que por una necesidad interna de renovación. El desarrollo del barroco quedó interrumpido al sustituir en el trono de España a la dinastía de los Habsburrgo por la de los Borbones, con Felipe V. El joven rey, que venía de Francia, se instaló en la corte española con un grupo de artistas franceses e italianos y con ellos entraron las corrientes artísticas extranjeras.
Las Academias desempeñaron un papel fundamental en la difusión de los principios del arte clásico ya que eran las encargadas de formar a los artistas. En España se funda la Academia de Bellas Artes de San Fernando.
El juramento de los horacios.
Jacques Louis David.
Juan de Villanueva (1739-1811)
Es la figura más importante de la arquitectura neoclásica española. Estudió siete años en Roma pensionado por la Academia de San Fernando, entrando en contacto directo con la Antigüedad.
Carlos III lo nombró arquitecto del príncipe y los infantes, trabajando casi en exclusiva para la casa real.
A su regreso de Roma fue nombrado arquitecto de El Escorial, en cuyas cercanías levantó la Casa de los Infantes, la Casita de Arriba y la Casita de Abajo, de aspecto totalmente clasicista. Realizó también la Casita del Príncipe en El Pardo.
Su obra maestra del arte neoclásico es el edificio del Museo del Prado. El museo fue concebido como Gabinete de Historia Natural y estaba incluido en una zona ajardinada de función científica en la que se encuentra el Jardín Botánico.
La fachada principal se dispone a lo largo del paseo del Prado. En el centro hay una monumental portada, constituida por un gigantesco pórtico dórico-toscano, aunque no lo remata con frontón.
Villanueva concibió un edificio alargado siguiendo el eje de una luminosa galería rematada e interrumpida en su centro por tres cuerpos de mayor volumen: dos cubos en los extremos de la galería y una edificación de planta basilical en su eje central.
El cubo norte se articula en torno a una rotonda con columnas jónicas y bóveda y el cubo sur en torno a un patio. El cuerpo central estaba destinado a las reuniones y sesiones de los académicos y estudiosos de Historia Natural.
En el edificio de Villanueva predominan las líneas rectas. Hay una disposición rigurosamente simétrica de los elementos arquitectónicos. Destaca la enorme austeridad ornamental, la armonía proviene de la combinación de las formas arquitectónicas (columnas, frontones y ventanas).
Villanueva diseñó también el Observatorio Astronómico, situado en los Jardines del Retiro. Es un edificio de planta cruciforme rematado por un templete de columnas jónicas.
En otras regiones españolas también se levantaron numerosos edificios en estilo neoclásico, como la Fábrica de Tabacos de Sevilla, la Lonja de Barcelona o la Plaza Nueva de Vitoria de Juan Antonio de Olaguibel.

Lo novo hispano-colonial

Arte novo hispano

  1. La primera generación de artistas en Nueva España estuvo formada por peninsulares y europeos emigrados y frailes que acometieron las grandes obras arquitectónicas del siglo XVI ayudados por la mano de obra indígena. A la labor evangelizadora de los frailes se unió la formación de los indígenas en términos artísticos debido a su desconocimiento de las técnicas y formas europeas. El estilo barroco representa una experiencia de sobrevivencia cultural por parte de los indígenas. En la arquitectura hay una extraordinaria diversidad, condicionada por el propio medio físico, la gran variedad de materiales existentes en cada área geográfica y la presencia de un pasado precolombino. Adición de la cosmogonía indígena.
  2.  La presencia del color es otro rasgo característico; se manifiesta, sobre todo, a través de la piedra, el ladrillo revocado en blanco, la tintura de almagre (óxido rojo de hierro), la yesería policromada y los azulejos. Gira en torno al catolicismo, especialmente lo temas marianos.  Estuvo influenciado por el flamígero francés y el churrigeresco español. La temática plástica tendrá un definido carácter religioso. Se trata de un arte que será utilizado como argumento convincente del poder católico . El arte se dirigirá antes a la sensación que a la razón naturalismo. Los volúmenes simples, la sencillez compositiva y el tenebrismo, caracterizado por los fuertes contrastes de luz y sombra, definen el estilo que no cambiará hasta los últimos años de su vida, cuando la influencia de Bartolomé Esteban Murillo le lleve a experimentar con una pincelada más suelta y ligera y un uso más vaporoso de los colores.
  3. Rosa atascada por el demonio.
    Cristóbal de Villalpando.
    El cuadro tiene un punto de vista bajo (contra picado) debido a la altura donde se iba a colocar (la parte superior del retablo) esto permite ver un ligero escorzo. La luz proviene del lado izquierdo e ilumina la pierna, brazo y una parte del hábito de Santa Rosa, que luce espléndido con tonos azulados y ocres que se dan entre los pliegues de la tela; el rostro de demonio que surge de una oscuridad profunda. La cabeza y la pierna derecha forman una vertical que se corta al suponer una horizontal que es el piso, sin embargo la estabilidad del cuadro se da más bien con la horizontal de los hombros de la bestia, que es una línea más fuerte.
    Los cinco señores.
    Cristóbal de Villalpando.
    Se trata de una pintura muy estable con evidentes líneas horizontales marcadas por los bancos en donde se encuentran los personajes que los ubica casi a la misma altura. En primer plano de izquierda a derecha Santa Ana, el niño Jesús y María, un poco más atrás los varones: San Joaquín y San José. El movimiento se da el las diagonales que parten de la cabeza de Jesús y van a la derecha y la izquierda hasta San Joaquín y San José respectivamente.
      Cristóbal de Villalpando.

        Biografía.

        Aunque no se tiene la certeza, se puede inferir que el pintor nació en la Ciudad de México hacia 1649, gracias a un documento hallado en un libro de amonestaciones de españoles perteneciente al sagrario de la catedral de México, fechado en 1669.
        En este documento, Cristóbal de Villalpando asegura ser "hijo y legítimo vecino de la ciudad" y, a continuación, se asienta el nombre de su esposa, María de Mendoza. Los autores calculan que el pintor no podía contar con menos de 20 años al contraer matrimonio, por lo que se estima la fecha de su nacimiento cerca de 1649.1 No obstante, su autorretrato en La apoteosis de San Miguel (1685) lo refleja como un hombre de apariencia de 35 años, por lo que se cree también que su fecha de nacimiento oscila entre 1650 y 1655.2
        Cristóbal de Villalpando fue veedor del gremio de pintores entre 1686 y 1699. En 1698 fue alférez de la Guardia de Alabarderos y ascendido a capitán en el año 1702. Su muerte se da en 1714, siendo enterrado en la iglesia de San Agustín.


        "Sabias que los primeros trabajos de Villalpando se remotán al año 1675, en el convento mayor del franciscano San Martín"

El rococó

Arte Rococó
El estilo Rococó nace en Francia a principios del siglo XVIII y se desarrolla durante los reinados de Luis XV y Luis XVI.
Ha sido considerado como la culminación del Barroco, sin embargo, es un estilo independiente que surge como reacción al barroco clásico impuesto por la corte de Luis XIV. El rococó a diferencia del barroco, se caracteriza por la opulencia, la elegancia y por el empleo de colores vivos, que contrastan con el pesimismo y la oscuridad del barroco.
Es un estilo aristocrático, revela el gusto por lo elegante, lo refinado, lo íntimo y lo delicado. Armoniza con la vida despreocupada y agradable que la sociedad ansía y se desentiende de cuestiones religiosas. Es un arte mundano, sin conexión con la religión, que trata temas de la vida diaria, no simboliza nada social ni espiritual, sólo superficialidad. Por todo esto se considera al Rococó un arte frívolo, exclusivo de la aristocracia.
Se difundió rápidamente por otros países europeos, sobre todo en Alemania y Austria y se seguirá desarrollando hasta la llegada del Neoclasicismo.
Defición del Arte Rococó
El término rococó proviene de la palabra francesa "rocaille" (piedra) y "coquille" (concha), elementos de gran importancia para la ornamentación de interiores.
Lo importante es la decoración, que es completamente libre y asimétrica. Muestra su predilección por las formas onduladas e irregulares y predominan los elementos naturales como las conchas, las piedras marinas y las formas vegetales.
Características del Rococó
En arquitectura, los edificios mantienen un trazado externo simple, sin embargo, en el interior la decoración se desborda. El rococó impone la acumulación de elementos decorativos basados en líneas ondulantes y en la asimetría. Alcanza mucha difusión el gusto chino, que había entrado en Europa con las piezas de porcelana, telas o lacas, y que decorará los salones occidentales con sus temas más representativos.
En pintura, los temas más abundantes son las fiestas galantes y campestres, las historias pastoriles, las aventuras amorosas y cortesanas. Las composiciones son sensuales, alegres y frescas, predominan los colores pasteles, suaves y claros. La mujer se convierte en el foco de inspiración, ya que es la figura bella y sensual.
El Arte Rococó en España
Arquitectura Rococó
El rococó en España se inicia durante el reinado de Felipe V (1700-1746), favorecido por el estilo churrigueresco, que había llevado al barroco al recargamiento ornamental. Su influjo fue limitado, ya que fueron muy pocos los contactos que España mantuvo con el rococó europeo y especialmente con Francia y Alemania.
El ejemplo más temprano de arquitectura rococó es la portada de la catedral de Valencia, realizada por el alemán Conrad Rudolf. Dividida en tres cuerpos y coronada con un frontón curvo, alterna el ritmo cóncavo en sus calles laterales con el ritmo convexo en la central.
La fachada del palacio del marqués de Dos Aguas, diseñada por Hipólito Rovira se compone de dos partes bien diferenciadas y separadas por el escudo del marqués. En la parte inferior, se describe la alegoría de los dos ríos valencianos, el Turia y el Júcar, y en la superior, aparece una hornacina que alberga una escultura de la Virgen con el Niño. Una movida decoración de inspiración vegetal recorre toda la fachada.
Parte de la fachada del Palacio del marqués de Dos Aguas
La catedral de Cádiz, proyectada en 1722 por Vicente Acero es la obra más representativa del rococó español. Acero sigue los esquemas renacentistas de la catedral de Granada de Diego de Siloé, por eso su interior se estructura en tres naves. La cabecera cuenta con una girola en torno a la capilla mayor, que es de planta circular y que se cubre con una cúpula sobre tambor.
La fachada, flanqueada por dos torres de planta octogonal, se organiza en tres calles. La central, que se remata con un frontón triangular, es convexa y las laterales son cóncavas.
Otro ejemplo, es la fachada de la catedral de Murcia, de Jaime Bort.
Fachada de la catedral de Murcia, de Jaime Bort
Junto a estos, hay que destacar el empleo del estilo rococó en los proyectos decorativos de los interiores de los palacios de la Familia Real, como en el Salón Gasparini del Palacio Real de Madrid.
Pintura Rococó
En cuanto a la pintura, son escasos los artistas españoles cuyo estilo puede calificarse como propiamente rococó. Destacan Luis Meléndez y Luis Paret.
Luis Paret y Alcázar (1746-1799) pintó escenas galantes y cuadros costumbristas de carácter amable, con tonalidades brillantes de gran efecto decorativo que lo convierten en el representante más importante de la pintura rococó en española.
Entre sus pinturas destacan El baile de las máscaras, Las Parejas Reales o Fiesta en el Jardín Botánico. Para Carlos III también realizó una serie de vistas de puertos y marinas del Cantábrico.
Escultura Rococó
Respecto a la escultura, el estilo provoca en España la aparición de ciertos rasgos que se incorporan al vocabulario básico del Barroco, pero que no llegan a modificarlo. Entre ellos, una mayor dulzura e intimismo en la interpretación de los temas y un mayor aprecio por lo pintoresco y por los detalles más triviales.


Luis Paret y Alcázar (Madrid11 de febrero de 1746 – ibídem, 14 de febrero de 1799) fue un pintor español, de estilo muy personal, más cercano al rococó de Watteau que al neoclasicismo que empezaba a imponerse con autores como Mengs. Su temática es muy variada: paisajes, escenas de interior, retratos, escenas mitológicas, bodegones de flores, etc.

Biografía

De padre francés y madre española, cursó estudios desde los diez años en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Pensionado en Roma por el infante Don Luis de Borbón (1763–1766). Se incorpora al taller de Charles de la Traverse, en Madrid.
Implicado en los devaneos amorosos de su protector, el infante don Luis, es desterrado por orden de Carlos III a Puerto Rico (1775), donde tiene seguidores (José Campeche). Vuelve a España en 1778 aunque se le mantiene desterrado a cuarenta leguas de la corte, residiendo en Bilbao. Se le encarga una serie de paisajes cantábricos, actualmente conservados en diversos museos y colecciones. Ingresa en la Academia al mismo tiempo que Francisco de Goya, y es autorizado para volver a la Corte en 1788. En los últimos años de su vida pasa apuros económicos.
Entre sus pinturas más célebres, destacan: La tienda del anticuario Geniani (Museo Lázaro Galdiano, Madrid), La circunspección de Diógenes (Academia de San Fernando), Vista del Arenal de Bilbao y Paisaje de Fuenterrabía (Museo de Bellas Artes de Bilbao), La playa dePeñota (Santurce) del Museo Cerralbo (Madrid) y varias del Museo del Prado, como un AutorretratoLas parejas reales en Aranjuez,Juramento del príncipe de AsturiasVista del Jardín Botánico (inacabada), etc.
En 1787 afronta una empresa de mayores dimensiones, que puede considerarse el último gran conjunto decorativo del rococó pictórico español: la decoración, al temple, de la cúpula y pechinas de la capilla de San Juan del Ramo, en la iglesia de Santa María de Viana(Navarra), con escenas de la vida del Bautista; así como los cuadros El Anuncio del Ángel a Zacarías (1786) y La Visitación (1787).



Arte barroco

Arte Barroco







































El barroco es la continuación al manierismo italiano que prevalece durante la primera mitad del siglo XVI. Si el manierismo comienza a usar los cánones clásicos con artificiosidad, el barroco que le sucede abandona la serenidad clásica para expresar un mundo en movimiento y agitación de los sentidos. Por tanto, la tendencia del barroco es a la exageración y la ostentación.
Origen del Arte Barroco

Causas Político religiosas
Se suele decir que el Arte Barroco es el arte de la Contrarreforma. Para reaccionar contra la severidad e iconoclastia del Protestantismo, la Iglesia Católica alentó la edificación de templos con profusión de escultura.
También dirigió a los artistas a alejarse de los temas paganos que tanta aceptación tuvieron durante el Renacimiento, así como evitar los desnudos y las escenas escandalosas.
Tanto en las artes visuales como en la música, la influencia de la Iglesia sobre los artistas iba dirigida a emocionar y enardecer la devoción mediante estímulos psicológicos.
Estas normas aparentemente conservadoras y austeras derivaron, sin embargo, en este arte suntuoso y recargado que llamamos Barroco.
Laocoonte y sus hijos, de AgesandroAtenodoro yPolidoro de Rodas (siglo II a. C.), Museo Pío-Clementino ,Vaticano. Para numerosos críticos e historiadores del arte lo «barroco» es una fase recurrente de todos los estilos artísticos, que sucede a la fase clásica. Así, el arte helenístico —al que pertenece el Laocoonte— sería la «fase barroca» del arte griego.
Causas sociales y psicológicas
El siglo XVII fue una época de guerra y violencia como en pocas fases de la historia europea. La vida se veía frecuentemente atormentada en dolor y muerte. Por eso también era más necesaria que nunca la exaltación de la vida agitada e intensa para el hombre barroco.
En ese contexto, se experimentaba el empuje de amar las pasiones de la vida así como el movimiento y el color, como si de una magna representación teatral se tratase. De hecho, se ha indicado con acierto que en las artes plásticas, el barroco intenta reproducir la agitación y vistosidad de la representación teatral.
Al igual que una representación dramática se apoya en un decorado vistoso y efímero, la arquitectura barroca se subordina a la decoración, que ha de ser espectacular.
Otra de las características del barroco que se manifiesta en la arquitectura, escultura y la pintura es el juego de las sombras. En la estética del barroco, son muy importantes los contrastes claroscuristas violentos. Esto es apreciable fácilmente en la pintura (por ejemplo el tenebrismo) pero también en la arquitectura, donde el arquitecto barroco juega con los volúmenes de manera abrupta con numerosos salientes para provocar acusados juegos de luces y sombras, como se puede apreciar, por ejemplo, en la Basílica del Pilar de Zaragoza.
Aquí te dejamos un video para saber más sobre el barroco: https://www.youtube.com/watch?v=5wsQ7FNAawI

Diego Velázquez

Velázquez se autorretrató, pintando, en 1656 en su cuadro más emblemático: Las meninas. En las mangas de su vestido y en su mano derecha se aprecia su estilo final rápido y abocetado. En su paleta distinguimos los pocos colores que utilizaba en sus pinturas. La cruz de laOrden de Santiago que lleva en su pecho fue añadida al cuadro posteriormente.
Diego Rodríguez de Silva y Velázquez (Sevilla, bautizado el 6 de junio de 15991 – Madrid6 de agosto de 1660), conocido como Diego Velázquez, fue un pintor barroco, considerado uno de los máximos exponentes de la pintura española y maestro de la pintura universal.
Pasó sus primeros años en Sevilla, donde desarrolló un estilo naturalista de iluminación tenebrista, por influencia de Caravaggio y sus seguidores. A los 24 años se trasladó a Madrid, donde fue nombrado pintor del rey Felipe IV y cuatro años después fue ascendido apintor de cámara, el cargo más importante entre los pintores de la corte. A esta labor dedicó el resto de su vida. Su trabajo consistía en pintar retratos del rey y de su familia, así como otros cuadros destinados a decorar las mansiones reales. Su presencia en la corte le permitió estudiar la colección real de pintura que, junto con las enseñanzas de su primer viaje a Italia, donde conoció tanto la pintura antigua como la que se hacía en su tiempo, fueron influencias determinantes para evolucionar a un estilo de gran luminosidad, con pinceladas rápidas y sueltas. En su madurez, a partir de 1631, pintó de esta forma grandes obras como La rendición de Breda. En su última década su estilo se hizo más esquemático y abocetado, alcanzando un dominio extraordinario de la luz. Este periodo se inauguró con el Retrato del papa Inocencio X, pintado en su segundo viaje a Italia, y a él pertenecen sus dos últimas obras maestras: Las meninasLas hilanderas.
Su catálogo consta de unas 120 o 130 obras. El reconocimiento como pintor universal se produjo tardíamente, hacia 1850.2 Alcanzó su máxima fama entre 1880 y 1920, coincidiendo con la época de los pintores impresionistas franceses, para los que fue un referente.Manet se sintió maravillado con su obra y le calificó como «pintor de pintores» y «el más grande pintor que jamás ha existido». La parte fundamental de sus cuadros que integraban la colección real se conserva en el Museo del Prado en Madrid.